No recuerdo exactamente cómo, durante una tarde de sábado y cervezas con un amigo, surgió el tema. “Pero es que la ciencia no es objetiva, nunca lo ha sido” solté yo y él, mirándome con la quijada en el piso me preguntaba “¿cómo vas a decir eso?, eres ingeniera”. Entiendo el desconcierto, porque estoy contradiciendo algo que te hacen dar por sentado en la primera clase de química. Sin embargo, hay múltiples miradas desde las que se puede entender cómo la ciencia no es este aparato de la verdad inmutable que generalmente creemos que es, por ejemplo, desde la mirada del cuerpo femenino.
Leyendo un cuento escrito por Adelaida Fernández Ochoa llamado Pan de vida, se me quedó grabada una reflexión en él: “Aunque no está incluido en la lista de órganos del cuerpo humano, [el seno] cumple la función primaria. ¿Cuál es el motivo de tal exclusión?”. Esta pregunta me hizo pensar en cómo hay muchos aspectos de mi cuerpo que la ciencia ha encontrado irrelevantes durante años y me di cuenta de que los cuerpos fuera de la norma cis-masculina no han sido tomados en serio por la ciencia.
La respuesta a la pregunta de Fernández es un poco obvia, en mi opinión. Pero concentrémonos en el hecho de que ella tiene razón al llamar a los senos órganos. Según una nota del National Cancer Institute, los senos están hechos de tejido graso, tejido conectivo fibroso y tejido glandular, que se especializa en producir leche. Los órganos son estructuras del cuerpo que realizan funciones específicas y están “compuestos por varios tipos de tejido y por lo tanto de varios tipos de células”, así, se podría decir que las mamas son órganos.
Si bien los senos no se definen como órganos en entornos médicos, el clítoris, aunque órgano, es olvidado. No es un secreto que históricamente el clítoris ha sido menos estudiado que su posible “equivalente” masculino: el pene. En Google académico, los resultados de la palabra clave penis (pene en inglés) son 774.000, mientras que, en el caso del clítoris, los resultados son casi 10 veces inferiores (79.700) en el momento en el que escribo esto. Además, la anatomía del clítoris fue completamente definida y estudiada hasta 2005, aunque la investigadora ya había advertido que la descripción anatómica del clítoris era inexacta en 1998. ¡Soy más vieja que el descubrimiento de la estructura completa del clítoris!
Los métodos anticonceptivos farmacológicos también son relevantes en la discusión. La píldora, por ejemplo, cuenta con varios estudios que muestran efectos secundarios serios a largo plazo, mismos efectos por los que aún no se comercializa la píldora para los hombres. Para las mujeres, también se comercializan las inyecciones periódicas, los implantes, el Dispositivo Intrauterino (Cobre u Hormonal), entre otros. Sin embargo, hay un método del que apenas se habla: el método sintotérmico.
Mientras que los hombres cis son fértiles todos los días, nosotras somos fértiles solo ~5 días en cada ciclo. La razón por la que teniendo esto claro seguimos siendo las que sufren los efectos secundarios farmacológicos es la misma respecto a la pregunta de Fernández: el patriarcado. Pero centrémonos en este método que no se enseña en el colegio ni en entidades de salud públicas a pesar de tener estudios que demuestran su eficacia. El método sintotérmico consiste en rastrear signos corporales para identificar los días en los que somos fértiles, como la temperatura basal y el flujo cervical. Estos signos cambian a lo largo del ciclo de manera que las mujeres cis podemos definir cuándo ovulamos aproximadamente, y así evitar tener relaciones sexuales sin métodos de barrera o en absoluto. La efectividad del método es ~99,4% según las pautas definidas por Frank-Herrmann et al.
La reciente epidemia de Covid-19 también demostró que eventos como la menstruación son casi que irrelevantes para los científicos. Después del desarrollo y la amplia aplicación de la vacuna contra el virus, muchas mujeres presentaron anomalías en su ciclo menstrual. Estudios emergentes demuestran que los efectos no son a largo plazo, sin embargo, el problema en este caso es que tuvo que suceder una marea de quejas en redes sociales para que se destinara atención al ciclo menstrual como variable de investigación de las vacunas luego de varios meses de que se comenzaran a aplicar en el mundo, ya que los investigadores no lo tuvieron en cuenta en los ensayos clínicos antes de lanzar la vacuna.
Podría extenderme con otros ejemplos, como el caso de los síntomas de infartos, que durante años se han difundido para lograr identificarlos a tiempo pero recientemente se descubrió que sólo algunos son útiles en mujeres porque éstos difieren, o el de la medicación psiquiátrica, que en hombres con depresión suele ir precedida más frecuentemente de consejos como hacer ejercicio y salir con amigos que en las mujeres con el mismo problema (no olvidemos el origen de la histeria), que muestran cómo la medicina y la ciencia han pasado por alto cuerpos que no hacen parte de la norma cis-masculina.
Cuando le dije a mi amigo que la ciencia no es objetiva me refería a que está hecha por personas que nacen en un lugar, en una época y bajo unas condiciones atravesadas por la clase, el género, la raza, y otros tantos contextos, y eso mismo la hace una construcción social sobre la que debemos reflexionar constantemente porque afecta nuestra forma de existir en el mundo, de construir certezas.
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