Energías renovables: ¿Son tan verdes como parecen?

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“La gente del pueblo comenzó a usar los paneles solares como raquetas para jugar ping pong”, dijo un profesor en la clase de Energías Renovables de la universidad, hace unos años. Hablaba de un proyecto de páneles solares implementado en uno de los muchos pueblos pobres de Colombia. Recuerdo su expresión al decirlo, como si pensara “¿en qué estaban pensando esas personas?”. Y, tal vez, es esa una pregunta más relevante de lo que una podría imaginarse como ingeniera.

Los sistemas de energía renovable se consideran como la respuesta más clara al cambio climático. La transición a la carbono-neutralidad en la generación energética es necesaria y, según el Pacto Verde de la UE, será un hecho en 2050 en ese continente. Los paneles solares, las turbinas eólicas y las hidroeléctricas son ejemplos de los nuevos desarrollos para transformar la energía a través de procesos que implican baja producción de gases de efecto invernadero. Si le preguntaras a cualquier persona si cree que estas nuevas tecnologías son más limpias que los sistemas de energía convencionales, es muy probable que diga que sí.

Sin embargo, hay un factor que no se considera en esta calificación de limpias y verdes; la interseccionalidad de la transición energética de carbono neutro. El enfoque habitual a la hora de decidir si un proyecto de energía renovable es factible o no está solo relacionado con los factores socio-técnicos, que incluyen la viabilidad económica. Sin embargo, se descuidan los factores sociopolíticos, que evalúan si el sistema se adapta a la comunidad para la que funcionará, por ejemplo. La falta de estas últimas consideraciones en el proceso de desarrollo de proyectos de energías renovables apunta a que una transición energética neutra en carbono no garantiza que se reduzcan las desigualdades preexistentes en los sistemas energéticos.

Si bien el desarrollo de energías renovables mejora la calidad de vida al aliviar la pobreza, proporcionar energía suficiente a las comunidades y crear nuevos empleos, puede tener el efecto contrario en comunidades enmarcadas por desventajas de género, raza y clase. Estas comunidades se ven afectadas por consecuencias como el desplazamiento, la pérdida de capital social, la pobreza energética, la inseguridad alimentaria y, sorprendentemente, el aumento de la pobreza. Esto significa que las tecnologías renovables no son una solución hecha a la medida para todas, ya que las ventajas que pueden aportar a una comunidad dependen en gran medida de su situación específica y de cómo sucede el proceso de implementación de dichas tecnologías.

El hecho de que “las conexiones fijas y las tarifas de suscripción de energía solar den a las mujeres rurales menos capacidad de acción con respecto al acceso y los electrodomésticos, en comparación con los hombres, que en general son propietarios de viviendas y tienen ingresos más altos” en Kenia y que “las comunidades desplazadas por los desarrollos hidroeléctricos a menudo sean reasentadas en tierras que no son aptas para el cultivo, lo que obliga a gran parte de la población a realizar trabajos asalariados informales” en Laos y Vietnam, son solo un par de ejemplos de lo necesario que es agregar análisis de género, raza y clase en los proyectos de energía renovable y considerarlos como parte de la evaluación de viabilidad de energías limpias.

Por eso, junto con la mejora de la viabilidad económica de la expansión de las renovables, hay que tener en cuenta que las personas relacionadas con el proyecto tienen voces valiosas. Además, que las inequidades sociales pueden ser contraproducentes para el futuro de los proyectos porque las comunidades pueden no estar preparadas en términos de educación y capacidades, y, por lo tanto, terminar excluidas y sin ser escuchadas, como las personas que decidieron jugar al Ping Pong con los paneles solares. Johnson y col. lo resume aquí:

En lugar de asumir que las energías renovables son una solución a los problemas sociales y crear políticas en torno a los discursos populares, los responsables de la formulación de políticas tal vez deseen considerar un proyecto de energía renovable como uno de los muchos aspectos que deben tenerse en cuenta al abordar cuestiones de género y equidad social.

Creo que, aunque agregar a la ecuación de los sistemas de energías renovables las inequidades sociales hace que sea más desafiante avanzar hacia un mundo energético neutro en carbono, es algo necesario para lograr una verdadera justicia social. La transición energética no será verde si no se abordan las desigualdades sociales.

Referencias

  • Oliver W. Johnson, Jenny Yi-Chen Han, Anne-Louise Knight, Sofie Mortensen, May Thazin Aung, Michael Boyland, Bernadette P. Resurrección. Intersectionality and energy transitions: A review of gender, social equity and low-carbon energy, Energy Research & Social Science, Volume 70, 2020.

Texto original publicado en SJEI

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